De los alcaldes

Ayer se constituyeron los nuevos ayuntamientos de Cantabria, salidos de las elecciones del mes pasado. Como siempre ocurre, la política a nivel local no se corresponde necesariamente con los senderos marcados por los partidos a nivel nacional. Siempre se dice que en las elecciones municipales se vota al candidato y no al partido. Esto es así, y por eso no debe sorprendernos algunos pactos aparentemente contra natura (o no) que se dan, con representantes de partidos políticos antagónicos apoyando la investidura del rival.

En Santoña los concejales de Falange y del PRC han apoyado a la nueva alcaldesa del PP (Wikimedia Commons - autor: Nicolás Pérez)

En las investiduras de ayer destacan dos casos (Aguayo y Santoña), siendo uno de ellos completamente innecesario al tener asegurado el nuevo alcalde la investidura sin necesidad de contar con el apoyo del partido contrario. Cosas de la política.

El caso de Santoña es llamativo en cuanto a sus protagonistas (ver El Diario Montañés, 12 de Junio de 2011). Los resultados electorales dieron 7 concejales al Partido Popular, 6 al Partido Socialista de Cantabria, 2 a UPyD, 1 al Partido Regionalista y 1 a Falange (MFE). La anterior regidora pertenecía al PSC. Para el puesto de alcalde se presentaban dos candidatas, la del PP y la del PSC. Tras la votación resultó elegida la candidata conservadora, con el apoyo de los 7 concejales populares, del regionalista y del falangista. UPyD se abstuvo, mientras que la socialista logró sólo los votos de su partido. La nueva alcaldesa popular gobernará en minoría, dependiendo de acuerdos puntuales bien con UPyD, bien con el PRC y Falange.

Creo que no deja de ser preocupante que un partido como el PP, que intenta quitarse la etiqueta de derecha cambiándola por la de centro-derecha (o centro) tenga que contar con el apoyo de la extrema derecha, cuyo edil demostró ayer las maneras propias de su ideología: orgullo mal entendido (el concejal electo acudió al acto institucional con la camisa azul falangista), soberbia y falta de respeto (arrebatando el bastón de mando de Santoña para entregárselo él mismo a la nueva alcaldesa popular, quien debería haberse negado a cogerlo de sus manos, en vez de las de la alcaldesa saliente como es preceptivo) y desprecio a los valores democráticos (el falangista se negó en principio a jurar las obligaciones de su cargo; sólo posteriormente lo hizo usando la fórmula del imperativo legal, esa que cuando es usada por los abertzales del Este implica de inmediato la calificación de terrorista). Mal ha empezado la nueva alcaldesa.

El caso de Aguayo es curioso (El Diario Montañés, 12 de Junio de 2011). Por un lado, el nuevo alcalde no necesitaba de apoyos externos para su investidura, dado que su partido había obtenido la mayoría absoluta (4 concejales para el Partido Regionalista y 1 para La Unión). Sin embargo ayer se dio la circunstancia de que el concejal castellanista votó a favor del nuevo alcalde. En otras palabras, una formación política que busca la desaparición de la autonomía de Cantabria y su integración en Castilla y León apoyando a un partido cuyo máximo principio es la autonomía de Cantabria con respecto a Castilla. Esta es la clase de paradoja que sólo se puede dar a nivel local, donde lo que importan son más las personas que las siglas, especialmente cuanto menor es la población.

Esperemos que tanto en estos dos ayuntamientos como en el resto de los ayuntamientos y en el gobierno autonómico se hagan las cosas bien y mejoren día a día las condiciones sociales, económicas y políticas de toda Cantabria, que falta hace.

¡Hasta la regolvía!